Testimonios

Con mucha alegría y emoción hemos acogido la invitación, que nos llegó desde la lejana Italia pero que sentimos muy cercana espiritualmente y a la que nos sentimos unidos en la misión que llevamos a cabo, de contarles nuestra historia como familia LASA: nos sentimos verdaderamente una “FAMILIA” que crece y se renueva bajo las huellas de nuestros Fundadores Carlo y Giulia. Desde esta tierra peruana nos empeñamos en vivir en comunión con Dios y bajo la protección de nuestra patrona Santa Ana y colaboramos, como hijas, en el trabajo apostólico que llevan a cabo las Hermanas aquí en nuestro país.
Un antes y un después. Deseamos hacer conocer la belleza del espíritu de fraternidad que se ha creado al interno del grupo y el entusiasmo en vivir el servicio hacia los demás. Ser parte de la familia LASA es para nosotros una misión, una llamada a la esperanza, un camino de integración… para poder decir quiénes somos y cuál es nuestra tarea específica. Antes de entrar a formar parte de la Familia Laica “Santa Ana” éramos personas comunes, llevábamos a cabo nuestro trabajo en familia con “altibajos”, tratando de vivir nuestra vida según principios cristianos y cuidando de la educación de nuestros dos hijos. Es precisamente en este contexto de vida marcada por los ritmos cotidianos de trabajo y familia, que recibimos la invitación para hacer parte del grupo Laico “Amigos de Santa Ana” y, de manera increíble, las cosas se cristalizaron con un mensaje lleno de esperanza para un servicio de amor hacia los demás. En aquel momento comprendimos que vivir en el mundo sin dar algo a los demás, sin saber acoger las tantas oportunidades de bien tan evidentes en torno a nosotros, no nos permitía de dar plenitud a nuestra vida. En aquel momento comprendimos que algo tenía que cambiar. Acogimos la invitación como una bendición del Señor y realmente, a través de los encuentros, las reflexiones, comenzamos a vivir de manera diferente nuestra vida cotidiana, se en casa en la relación entre nosotros como pareja, sea con nuestros hijos, o en el ambiente de trabajo y en la relación con los amigos. Sentimos la necesidad de acercarnos más a los sacramentos, de vivir una relación más profunda con Dios, Padre bueno, de comprender y dar un sentido a nuestra fe. Junto a nuestros hijos nos acercamos a Jesús a través de la lectura asidua de la Palabra.

La alegría de pertenecer a una familia más grande. Los encuentros formativos con los otros miembros de LASA nos permitieron vivir momentos inolvidables de fraternidad, de unión, de ayuda recíproca y hacia los demás. Asumimos empeños concretos de caridad: las visitas a los hospitales junto a las personas solas o desconsoladas, los bonitos momentos de reflexión y compartir la Palabra, y sobre todo las Celebraciones Litúrgicas que nos han permitido vivir la experiencia de Iglesia.

La experiencia, que como pareja, vivimos en Brasil en el 2014, participando al Congreso intercontinental, nos marcó profundamente y será para nosotros inolvidable porque nos permitió conocer a los miembros de LASA de Brasil, Argentina, México con los cuáles hemos experimentado de verdad, desde el momento de la llegada, el sentido de pertenencia a la gran familia. Hemos compartido juntos momentos intensos de oración, la organización de nuestros grupos, tantas y bonitas experiencias apostólicas… regresamos a casa con una fuerte carga de entusiasmo y una gran necesidad de comunicar a nuestro grupo la belleza de aquel encuentro.

El hoy de nuestro grupo. Hoy, como grupo, sentimos que nuestra vida y nuestras actividades siguen el mismo ritmo de aquellas del camino de tantos hermanos nuestros que comparten nuestra experiencia de pertenencia a nuestra Familia “Santa Ana”, hay en todos nosotros una necesidad mayor de autenticidad de vida cristiana y de un mayor empeño y presencia en la misión de las Hermanas de Santa Ana. Cada miembro busca, por cuanto le es posible, hacerse cargo de algún servicio y todos juntos queremos empeñarnos más para colaborar directamente en el campo de la pastoral. Queremos saber mirar alrededor nuestro y ser sensibles a tantas necesidades: enfermos, necesitados, familias en dificultad… y acercarnos a todos ofreciendo amor y comprensión, esta es la gran herencia que nos han dejado nuestros Fundadores. Nos parece bello concluir con una referencia a nuestra familia: desde que hacemos parte de LASA, nosotros y nuestros hijos vivimos más felices, más unidos, más cercanos a Dios Padre. Ser parte de LASA nos ha cambiado la vida, nos ha permitido comprender que todos hemos recibido un Carisma que está escrito en nuestros corazones y que tenemos que saber descubrir y saber vivir. Por esto nos sentimos muy agradecidos al Señor y a las Hermanas de Santa Ana por este gran don que nos ha cambiado la vida.

Jesús y Marirayda